miércoles, 21 de julio de 2010

Trabaja, hijo




Trabaja hijo, trabaja
que tus manos moldeen la vida
y acaricien las horas fecundas,
que de ellas broten herramientas,
artefactos para el hogar,
vehículos de esperanzada trayectoria,
letras incendiadas de amor y de confianza.
Trabaja hijo
ocupa tu tiempo en afanosa tarea,
desarma el terrón del maltrato y lucha.
Riega la aridez del incierto futuro
con la luz del hoy.
Utiliza la azada, el arado, la voz, el sonido
de la música que alegra o conmueve,
la vigilante mirada que protege
y olvida el cansancio.
De pie o en tu silla, a tu manera,
con el ansia de lograr lo mejor
que hay en ti para los demás,
para los tuyos, para ti mismo.
Aunque haya quienes quieran bajar
tu anhelo, menoscabarte, apretar
tu ilusión con la cruel mano del poder.
Sé un aguerrido guerrero de la vida,
que apuesta a la honestidad y a la honradez,
aunque hayan pasado de moda.
Que no seas servil sino íntegro,
alguien con ideales nobles
que no pueden torcer unos pocos.
Y al poner la mirada sobre la diaria tarea
primero alza tus ojos a Dios,
el dador de tu vida y de tus dones,
porque no viniste de la nada,
llevas el sello de lo divino.
Por eso mereces respeto
y debes también respetar al otro,
al compañero de este breve viaje
llamado vida,
al que aún está a la vera del camino
aguardando tus manos.
Trabaja hijo, trabaja
por un mundo mejor.
Pero descansa también
de tantas fatigas
en la ternura de una esposa.
de un hijo, un amigo.
Disfruta de aquello que Dios creó
para ti en la naturaleza misma,
de aquello que te llena el alma
y te da fuerzas para seguir.
Sé un valiente guerrero de la vida
Con los ojos puestos en Dios.

Elsa Tébere