lunes, 15 de noviembre de 2010

El domingo




El domingo me habló en sus silencios,
colgó de mi alma la espera,
el hueco del llanto ,
la luz verdadera
rozó mis quebrantos.
Los seres humanos
despojados muchas veces nos sentimos,
pero Dios nos trae sus regalos:
una vecina amable con quien dialogamos,
la niña que pasa y se queda a nuestro lado,
la brisa,el canto de los pájaros,
de Dios el misterio,
el saber que a pesar de todo¡andamos!.

Elsa Tébere

jueves, 11 de noviembre de 2010

Al pasaje Trento




Mi madre me llevaba en su vientre por esta calle,
que hoy sabe de mi historia y sus detalles,
este pasaje tan breve, como la vida
que circula en mis venas hecho poesía.

Ella iba con su panza grande y redonda
bajo el sol de junio o entre la fronda,
entre la fronda amarilla de paraísos
recorriéndola toda, desde mi inicio.

Imagino sus pasos , era tan joven,
casi como ahora mi nieta primera ,
tenía entonces veintiún años ,la vida plena
y yo latiendo junto a ella y sus quimeras.

Por Trento vi pasar a los italianos.
con sus trajes típicos y a sus mujeres
llevando sobre las testas grandes canastos
con la ropa lavada y otros enseres.


Este pasaje me vio siendo muy niña,
contemplar al lechero ordeñar su vaca,
jugar a la popa bajo la viña
rebosante de grandes uvas moradas.

La puerta de mi casa había sido tallada
por las hábiles manos de un carpintero:
Mi padre que en aquel campo ideales sembrara
y en el Swift fuera incansable obrero.


Por esa puerta un día fui hacia la escuela
y otro recibí de mi amor los besos,
fui vestida de novia hacia la iglesia
para iniciar la etapa del hogar nuevo.

Esa puerta fue balanceada por mis pequeños
Y vio entrar en las fiestas a la alegría,
pero también esa puerta que hizo mi padre
tuvo que despedirlo , en su partida.

Y era por Trento que cada cosa
iba pasando mientras la vida
un día se vestía de mariposas
y otros lloraba en la gris llovizna.

Esa llovizna cayendo sobre los techos
de las antiguas casas de este pasaje,
charquitos que albergaban barquitos hechos
con papeles de diarios, sin equipaje.

Recuerdo que la calle , era de tierra
y es obvio que si llovía se hacía barro,
éramos felices entonces metiendo en ella
chapoteando entre gritos los pies descalzos.

Por Trento un día partió mi hijo
y fue la última vez que yo lo vería,
entonces me aferré a Dios y a mi crucifijo
y supe lo que era morir en vida.

También por Trento quiso el destino
mi madre fuera al supermercado,
había un revuelo entre los vecinos:
¡a una anciana indefensa habían matado!.


Nunca fue Trento tan dolorosa,
sin comparar, como la vía que Cristo hiciera,
hoy sin embargo vuelvo a la rosa
que en el jardín de mi madre antes floreciera.


Y entre tan grandes penas Dios nos corona
con esa fortaleza que nos sostiene,
Él es quien nunca nos abandona
Y quien siempre en nuestro auxilio viene.


Y a pesar de todo la vida avanza
en cada casa con pesares y alegrías
somos los forjadores de la esperanza
de crear entre todos la gran familia.

Hoy mi nietito recorre el pasaje Trento,
sobre los hombros de mi hijo, o con su tío,
con su madre y hermanas, con el abuelo
y Trento se convierte en un gentío.


¿Entienden porqué yo amo tanto a Trento,
a su gente, sus historias , junto a las mías?
Aquí forjé lo más puro del sentimiento,
y aquí fue donde me hice mujer y me hice poesía.

Elsa Tébere

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pero él ¿me ama?




Él cocina para mí,
Me sirve,
Me alcanza,
Responde,
De inmediato
A mis solicitudes
Diarias.
Pero él
¿me ama?.
Él está sentado
Siempre
Del otro lado
Del muro:
Una mesa.
Y muy pocas veces
Me besa.
El hace ese ruido
Constante
Furtivo
Del mate
Cautivo.
El mira de frente
La pantalla
Siempre.
Ignora
Aborrece la computadora
Que ocupa mi mente
Pues él
Está ausente.
Si yo lo seduzco
Él siempre responde
Es algo muy propio
De todos los hombres.
Mas si yo no avanzo
Él sigue ese curso
Que le marca el fútbol
Sin darle descanso.
Él cocina para mí,
Me sirve,
Me alcanza,
Responde,
De inmediato
A mis solicitudes
Diarias.
Pero él
¿me ama?.

Elsa Tébere