
Ñangolingando por el medio del camino,
colgatingaba la espástica cordura,
espeluznaba el sárpico quimbálico
por esas cuerdas de estrépita locura.
Roncacungaba el vómito trasnóchico
esa lujuria de indómita carnura
y bamboleaba la cuántica robótica
en la sorpresa de la noche oscura.
¡Oh rundo lámbico del ayer platónico!
¡volátil canto que espichó en la luna!
salpicotea el hoy este temblor alámbrico
camuflajeado en tu piel moruna.
Elsa Tébere