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Arrulla mis sentidos
con luces delicadas
el sol que tibiamente
se cuela en mi ventana.
Me roza con ternura
la miel de la alborada
surgida de la boca
del hombre que me ama.
Y quedo suspendida
en la paz de mi embeleso
cada vez que mi lengua
se anuda con el beso.
Elsa Tébere
Buitre ametrallando la carne humana,
más que la brutal ave que aguarda,
la guerra es la peor alimaña.
Niños sollozando tapan sus oídos
ante el zumbido de las balas
y una madre estira sus brazos
cuando la vida se le escapa.
Hospitales colmados de lamentos
y médicos que no dan tregua a su batalla
de salvar vidas y atenuar tanta desgracia.
La tierra se ha poblado
de las más temibles fieras humanas
y un fotógrafo héroe anda entre las lágrimas
tomando imágenes de sangre derramada,
mientras un niño perdido en medio de la gente
por su madre clamaElsa Tébere
Un joven de diecinueve años
iba a ser padre.
Asumió con alegría
la gran noticia.
Y su niña nació el mismo día
en que él veinte años cumplía.
Hoy Giuliana cumple diecinueve
¿Cuántos años él tiene?
( ¡A ver niñitos de PL!¡ja! ¡Me salió la maestra!)Elsa Tébere
Esa palabra se escapa de mí,
huye hacia la inquieta espesura del silencio,
la persigo implacable.
Se enreda en una tumultuosa reunión
de seres transparentes.
Quiero rescatarla en medio del vocerío.
Ella se rinde al fin
y agita su pañuelo de sílabas blancas.
Me conmueve,me juego por ella.
La capturo entre mis labios.
Ahora la libero: ¡Felicidades!
Elsa Tébere
Salta la alegría sobre la página,
tiembla el cuerpo del papel,
huye despavorida la nostalgia
brinca el amor en su vergel.
Corre el velo esa tristeza,
vence al dolor la desnudez
de una frase hecha de simpleza
que se zambulle como un pez.
Canta a la luna el melodioso
silencio oscuro del placer,
en ese lecho lujurioso
de fresca tinta y de pincel.
Flota la pluma en el azul del cielo
nave deliciosa en el vaivén
de rimas que sostienen ese vuelo
del poema que acaba de nacer.
Elsa Tébere
Escupió la sangre del ocaso
entre los gritos de la tarde oscura.
Se quedó como un gorrión cautivo
sin voz ,sin paz y sin cordura.
Latía cual la tierra por su lava,
era un bosque extrañando la espesura,
cuando ese grito le cortó las alas
en medio de la rota compostura.
Ira esparciendo guijarros puntiagudos
en la nariz del miedo amordazado,
agolpando el corazón contra ese muro
del amor que yacía ametrallado.
Fue todo en un segundo,la tormenta
volcaba su granizo por los prados
y estaba sólo yo en cámara lenta
mirando la envoltura del pasado.
Elsa Tébere.