
Esa ventana abierta ante el naranjo
perfumado de azahares y silencios...
Los ojos fijos en el cielo
de piedras preciosas que latían con mi aliento.
Juventud aspirando de la vida el suspenso.
Sonidos de grillos serruchando sueños,
en campanitas sutiles,repitiendo
el monótono cric cric de aquel momento.
Un reloj que sonaba a la hora en que el gallo
atronaba la mañana y despertaba el huerto:
canteros de lechugas frescas y cebollas bajo la tierra
hechas de ardor y de sustento.
Venía desde el patio,un aroma a limonero
y esas brevas a punto de estallar
dejaban su morado beso.
Las "viuditas" endulzaban el aire
y las moras dejaban su delicia por el suelo.
Frescas "ciñas" de multicolor belleza
ornaban los canteros
y una que otra violeta
sacudía entre las redondas hojas
su elixir mañanero.
Mamá iba y venía por la casa
¡que voló en el tiempo!.
Elsa Tébere